viernes, 5 de septiembre de 2014

La asimilación cultural de los musulmanes en Occidente frenaría la sangría radical

teinteresa.es 03/09/2014 - Luz Sela 
"Si un joven musulmán no se siente integrado, opta por estos grupos", dice el presidente de los musulmanes en Catalunya, Mohamed El Ghaidouni, aunque el 81% de los musulmanes españoles se sienten integrados en el país. 
También resulta necesaria una asimilación cultural: “Tenemos que ser capaces de convencer a estos jóvenes de que el Islam es otra cosa. No es matar, no es participar en guerras. Es paz, trabajar por tu propio país, abrirte a la sociedad en la que uno nace y crece”, señala. 
En España residen 1’6 millones de musulmanes y de ellos, medio millón tienen la nacionalidad española. Más de la mitad, ya han nacido en nuestro país. Son datos de un estudio elaborado el año pasado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), que supone una pormenorizada radiografía de este colectivo. El informe revela además que en España hay 1.177 mezquitas, y que los musulmanes cuentan con doce centros penitenciarios repartidos por todo el país, en concreto en 10 comunidades.
Sin embargo, destacan, no cuentan con ningún “imam hospitalario”, una atención diferenciada a esta población, a pesar de que así lo contempla la Ley de 1992 del Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España, que marca las principales pautas para la convivencia e integración de la población musulmana en nuestro país. ¿Pero se sienten integrados los musulmanes en España? Apenas existen encuestas que sirvan para pulsar el sentir de este colectivo. La más pormenorizada fue realizada en 2010, y encargada por el Gobierno, y concluyó que el 81% de los inmigrantes musulmanes sienten que sí lo están. En cambio, la percepción que tienen los españoles difiere. Según una encuesta realizada hace dos años por la German Marshall Fund de EEUU y por un grupo de fundaciones europeas, entre ellas la Fundación BBVA, un 64% cree que este colectivo se integra mal en la sociedad. El Índice sobre Coexistencia, un macrosondeo sobre inmigración publicado en 2009, reveló que la comunidad islámica en países occidentales se siente más integrada que lo que la población autóctona cree. El estudio destacaba también que los musulmanes reconocían haberse integrado mejor en EEUU y Canadá que en Europa. Avanzar en la integración del colectivo es, en opinión de Mohamed Ghaidouni, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Cataluña, clave para combatir también al Estado Islámico. Su tesis es clara: si este se nutre de reclutar para sus filas a jóvenes desencantados procedentes de estos países, la solución está, por tanto, en evitar el desencanto que provoca que estos se radicalicen y proyecten su odio hacia Occidente. “El trabajo se tiene que realizar aquí para evitar la reclutación de los jóvenes europeos o españoles y que no se sumen a un grupo como este”, opina este líder islámico, “Tenemos que ser capaces de convencer a estos jóvenes de que el Islam es otra cosa. No es matar, no es participar en guerras. Es paz, trabajar por tu propio país, abrirte a la sociedad en la que uno nace y crece” Catalunya, con 465.142 musulmanes es, a distancia de Andalucía, la comunidad con más población musulmana de España y también la que presenta más riesgo de radicalización. Según Jofre Montoto, experto en terrorismo islamista y autor del libro “Yihadismo” (Angle Editorial), alrededor del 10% de la comunidad musulmana en Catalunya presenta un perfil radical o está influido por la doctrina de la yihad. Es prioridad de los servicios de inteligencia españoles para el seguimiento de la implantación de células yihadistas en nuestro país. La estrategia que plantea Ghaidouni debe pasar por una “actuación amplia, comenzando por la educación, para evitar que estos jóvenes se sientan desintegrados ”, afirma. Ese supuesto problema de integración del que habla está, según apunta, en “un problema de identidad, de sentirse un ciudadano con pleno derecho y en el modelo de laicismo que existe en muchos países europeos, entre ellos España, y que no garantiza la visibilidad de la práctica religiosa musulmana”. Apunta, por ejemplo, a la controversia generada por el uso del velo en espacios públicos, que ha provocado distintos y encontrados pronunciamientos judiciales, o a la garantía de una flexibilidad horaria en época de Ramadán. Aunque garantizada por un acuerdo entre empresas y comunidad islámica, en la práctica, afirman los colectivos musulmanes, se desarrolla a partir de acuerdos individuales en los despachos, entre patronos y trabajadores. ¿Pero existe una voluntad de integración del colectivo? “Lo que pasa es que la comunidad musulmana no tiene los medios suficientes para integrarse. Mientras no exista una colaboración fuerte con las distintas administraciones en lo que se refiere a la gestión del hecho religioso, vamos a ir mal. Es necesario un mayor esfuerzo de la Administración”. El presidente de los musulmanes de Catalunya se muestra convencido de que “cuando un joven musulmán ve que su propia identidad o religión y su práctica no se pueden visibilizar piensa que no pertenece a esa sociedad y la busca en otra. Y entonces es cuando opta por estos grupos radicales”. Pero no todo debe centrarse en la Administración. Los miembros de la Comunidad musulmana deben entender también las costumbres de la sociedad que les acoge y entender sus métodos para velar por su seguridad (el ejemplo del burka, es claro). Lo que hay que buscar y en ese trabajo los musulmanes deben hacer su propio esfuerzo es la asimilación cultural. Sin ella será difícil que el fenómeno redical se termine.

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