Se cumplen 1.300 años de la histórica batalla de Guadalete, en la que cayó Don Rodrigo, el último rey visigodo. En apenas dos décadas, las fuerzas islámicas se habían hecho con el control del territorio hispano.
En 711, unos miles de soldados árabes y bereberes convertidos al Islam cruzaron el Estrecho de Gibraltar y, tras derrotar al ejército visigodo junto al río Guadalete, ocuparon la Península Ibérica. Con esa operación relámpago, el Imperio omeya extendió sus fronteras hasta la falda de los Pirineos.
Un siglo después de la aparición del Islam en la península arábiga, sus adeptos alcanzaban por occidente las costas del Magreb y se preparaban para invadir Hispania. Soha Abboud-Haggar narra la trepidante expansión musulmana bajo la dinastía de los Omeyas y subraya las claves de su éxito.
Los visigodos se hallaban en plena guerra civil cuando los musulmanes cruzaron el estrecho. Soha Abboud y José Cubillas ven en este factor una de las causas de la fulminante derrota de Don Rodrigo en el enfrentamiento de sus huestes con las de Tariq, en las cercanías de Barbate.
En cinco años, los invasores llegaron a los Pirineos casi sin combatir, repartiéndose el territorio en zonas de asentamiento bereber y árabe. Para Paulina López Pita, la relativa facilidad de la ocupación se debió a la tolerancia religiosa y al respeto a los sistemas locales de administración.
Cuando árabes y bereberes conquistan la Península Ibérica en 711, el arte islámico estaba en formación. Era el momento en el que se aprovecharon las estructuras administrativas y arquitectónicas encontradas en los países conquistados. Soha Abboud refiere las luces arquitectónicas de aquel período.
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