lunes, 25 de octubre de 2010

"Cada vez más presentadoras logran el derecho a llevar velo"

MARÍA-PAZ LÓPEZ, lavanguardia.es
Cuando la presentadora estrella de 'Al Yazira' decidió ponerse el velo en pantalla, se produjo una sacudida político-religiosa en el panorama audiovisual de los países musulmanes.
Cuando hace seis años, la presentadora estrella de la cadena informativa árabe Al Yazira, Khadija Benganna, decidió ponerse el velo en pantalla, se produjo una sacudida político-religiosa en el panorama audiovisual de los países musulmanes. El rostro de esta periodista argelina, fichada por la cadena qatarí en 1997, es famoso de Casablanca a Doha, en un vasto territorio donde la cuestión del velo es mucho más simple, y al tiempo más compleja, de cómo es vista en Occidente. Su decisión sorprendió, pues el integrismo islámico la había impulsado a exiliarse de su Argelia natal, donde trabajaba en radio y televisión. Bajo la protección de Reporteros Sin Fronteras, Benganna se fue a Berna a trabajar para Radio Suiza Internacional, y de allí pasó a Al Yazira. La periodista argelina participó en el reciente encuentro interreligioso por la paz celebrado en Barcelona por la Comunidad de San Egidio.

¿Qué implica dar las noticias llevando velo? Da la impresión de que introduce un factor distorsionador de la información.
Y sin embargo llevar velo en la televisión informativa debería ser algo normal, como si alguien decide lucir la indumentaria tradicional de su país. El velo forma parte de nuestra tradición, no sólo de nuestra religión. Mi madre, mi abuela, mi bisabuela, ... llevaban velo. Para el público árabe es normal ver a una presentadora velada, como es normal ver a una mujer velada por la calle. No es especialmente llamativo. Pero es cierto que en muchas cadenas de televisión árabes el velo está prohibido en reglamentos internos. Desde que yo lo llevo, me lo puse por primera vez en el 2004, esa prohibición generalizada ha comenzado a quebrarse, pues cada vez más otras presentadoras han logrado el derecho a ponerse el velo en pantalla. Es verdad que no son la mayoría; son pocas. Pero insisto; los telespectadores lo conciben como una parte del traje tradicional, no les choca.

Usted es una mujer poderosa, en el sentido de que es una presentadora estrella de una cadena muy importante, así que su capacidad decisoria es mayor que la de la mayoría de mujeres en el islam. En Occidente, el velo es visto como una obligación, no como una elección.
No, no, no. A mí no me ha sido impuesto por nadie, ni por mi marido, ni por mi familia, ni por la dirección de la cadena de televisión donde trabajo. Es una convicción personal, el resultado de más de tres años de reflexión. Es como si usted decide hoy ponerse un pañuelo a la moda, o un accesorio en el cabello, una cadena de oro con una cruz, o un collar. En mi caso, es una convicción personal que no ha sido impuesta por nadie. Entiendo que otras mujeres no se encuentran en la misma situación, pero no se debe al islam, que permite ser libres, sino a los usos y costumbres sociales. Y, en cualquier caso, el mayor problema de las mujeres musulmanas es el déficit de democracia, no el velo.

Pero usted decidió ponerse el velo en un momento determinado de su carrera profesional, ¿por qué entonces, y no antes? ¿Por qué ese cambio?
Al principio de mi carrera, eso no era factible. Es probable que no me hubiera permitido avanzar en mi carrera al comienzo. Y cuando se trabaja en televisión, apareciendo en pantalla, cualquier periodista se pregunta cómoanalizarán su aspecto los televidentes. Para una presentadora, cambiar de look no es algo fácil. En mi caso, me planteé cómo iba a percibir el público a una presentadora de informativos con velo, si los telespectadores iban a creerme ideológicamente muy conservadora, o atribuirme pertenencia a una determinada corriente política, ...

¿Quiere decir que de una presentadora velada se espera proselitismo, se asume que le faltará independencia u objetividad periodística?
Pero eso no ocurrió. Al Yazira es una cadena informativa, y yo cubro sobre todo información política internacional. Cuando me puse el velo, me percaté de que el público no había cambiado con respecto a mí; llevar velo en pantalla no afecta a mi credibilidad informativa, sigo siendo la misma. Incluso he sido clasificada por la revista estadounidense Forbes como una de las diez mujeres más influyentes del mundo árabe, … llevando velo. Me siento bien en mi piel. Realmente, no percibo el cambio.

Su modo de lucir el hiyab se ha convertido también en una referencia estética para lasmujeres árabes, y en especial para las mujeres profesionales.
La verdad es que llevo el velo de modo moderno, muy conjuntado con el traje, y supongo que eso marca tendencia; puede tener algún interés en términos de moda. Pero lo importante es que llevo el mismo estilo de vida que antes, hago deporte, salgo con mis amigos, con mis compañeros y compañeras, vamos a restaurantes, debatimos, viajo, ... Así que nada de eso ha cambiado con el velo. Sinceramente, no veo por qué en Occidente se le da tanta importancia a algo que es muy normal, ordinario, en nuestra cultura.

Usted ha participado en un encuentro de diálogo interreligioso e intercultural por la paz. ¿Son utópicos estos encuentros, sirven para algo?
El encuentro de la Comunidad de San Egidio resultó una ocasión muy importante para reunirnos musulmanes, cristianos y judíos, e intentar comprendernos un poco más. Si hoy existen y persisten ciertos problemas políticos en nuestra región, es porque no hay suficiente diálogo. San Egidio ha creado una tradición dentro del espacio religioso musulmán, judío y cristiano, y espero que ese mensaje cale en la región árabe, para que se hagan también iniciativas así.

Entonces, ¿no se dan este tipo de debates interreligiosos en la región árabe?
Es cierto que cada año hay en Doha, y en algunos otros países árabes, conferencias organizadas por el ministerio de Exteriores o por asociaciones culturales, que abordan el diálogo entre religiones y culturas. Pero hay que admitir que suelen quedar restringidas a una élite intelectual y política, y no se desciende a la calle, a la escuela, a la universidad, ... para que el diálogo sea más fructífero. El problema raramente se da entre el periodista y el profesor universitario, o entre el político y el economista. El reto es conseguir que ese mensaje llegue a la gran masa del pueblo.

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