Soy la mujer de un imán y no soy su sirvienta

SUSANA HIDALGO, publico.es

Una vez te pones el hiyab ya no hay marcha atrás

Mariam Ben, de 30 años, esposa de un imán, explica por qué lleva el pañuelo

"¿Sumisión? ¡Yo soy la reina de mi casa!, ¡lo que yo digo, Moja lo hace!". La mujer que se altera cuando se le pregunta si llevar el hiyab (pañuelo islámico) es un símbolo de sumisión al hombre se llama Mariam Ben, tiene 30 años, y lleva el pañuelo desde hace diez. Moja es su marido, Mohamed Said Alilech, imán de Pozuelo de Alarcón (Madrid), el mismo municipio donde estudia la alumna madrileña de 16 años Najwa Malha.

"Soy la mujer de un imán y no soy su sirvienta. Los dos trabajamos, salimos de casa a las ocho de la mañana, yo estoy más en la calle que él; si él está en casa al mediodía, se encarga él de tener la comida", cuenta esta mujer.

Mariam trabaja en una empresa telefónica y es "musulmana, practicante y creyente". "Llevo el hiyab por decisión personal. El Corán te lo recomienda como una manera de ser respetuosa, discreta", señala. Y deja claro que el hiyab "es una práctica, no un símbolo". "Hay que llevarlo con un sentido, cuando se quita no es más que un trozo de tela", reflexiona. Para ella, si hubiese que hablar obligatoriamente de símbolos, el hiyab lo sería "de pureza y castidad".

Esta mujer, licenciada en Filología Hispánica, dice "sentirse muy libre, discreta y respetuosa" con el pañuelo. "Me siento segura, no me sentiría así si fuese por la calle con minifalda y escote", cuenta.

"Las musulmanas nos lo ponemos porque queremos. No nos lo pone ni el marido, ni el padre, ni el hermano", agrega. ¿Y si su marido le dice que se lo quite? "No", zanja. Para ella, una vez que se viste el pañuelo "ya no hay marcha atrás". "Si te lo pones y te lo quitas, entonces es que tienes dudas", recalca.

Sobre la polémica en torno a Najwa, Mariam cree que su antiguo instituto se mostró con la chica de forma "intransigente y cerrada". Ella conoce a la afectada, con la que habló hace pocos días. "Lloraba mucho. Tiene 16 años, a esa edad que te aparten de tus compañeras te afecta muchísimo; se sintió muy discriminada", concluye.