miércoles, 3 de marzo de 2010

El Gobierno detecta que la crisis aumenta el rechazo a inmigrantes

Diari de Tarragona. RAÚL COSANO - 02/03/2010
En Campclar la convivencia es pacífica pero los autóctonos recelan del colectivo marroquí por su acceso al trabajo y a la vivienda
La crisis y el paro han elevado el rechazo de algunos sectores de la población hacia los inmigrantes, a los que se ve como un agente en parte invasivo, capaz de generar puestos de trabajo y de acceder a la vivienda por delante de los ciudadanos autóctonos. La tendencia se percibe sobre todo en barrios de la ciudad como Campclar, donde la convivencia entre gitanos y marroquís es generalmente pacífica, aunque la integración no siempre es la ideal.
Así lo certifican vecinos de este barrio, cuyo progreso en las infraestructuras contrasta con la perseverancia de algunas quejas, referidas fundamentalmente a los guetos creados. Sin embargo, todo depende del punto de vista, ya que el colectivo inmigrante, que ha crecido en los últimos años, considera que la integración es correcta. «No suele haber problemas. Nos llevamos todos bien. Siempre hay algunas disputas pero eso es normal en todos los barrios», explica Rashid Essaik desde su tienda ubicada en la calle Riu Llobregat. «Aquí el único problema que hay es que la gente no tiene trabajo y lo está pasando mal por culpa de la crisis. Pero no creo que en el día a día haya enfrentamientos. Cada uno hace su vida», comenta el argelino Rayah.
Las opiniones divergen cuando toman la palabra los vecinos de toda la vida. A pesar del aumento de la inmigración en los últimos tiempos, la situación no es ni mejor ni peor: los problemas puntuales de convivencia persisten, también por culpa del colectivo gitano. «En verano, es imposible dormir por la noche. Se juntan los gitanos a armar jaleo delante de casa. Llamas a la policía pero no puede hacer nada porque están en la calle», explica Maria del Mar Fornós. La joven Elisabeth Barrero es contundente: «A mí no me gusta el barrio por la gente que hay. No es que haya problemas ni conflictos pero no me gusta vivir por aquí».
Desde algunos sectores, el rechazo a los inmigrantes es más duro. La queja principal tiene que ver con la facilidad de los marroquís para lograr un empleo y una vivienda. «Aquí la convivencia es perfecta pero el problema es que les dan los pisos a los marroquís y no a los hijos del barrio que llevamos toda la vida aquí. Nosotros tenemos que vivir varias parejas en un mismo piso y ellos van acumulando casas», explica Antonio Moya. Su mujer Beatriz asiente.
‘Se están apoderando de todo’
«Aquí no nos llevamos bien con Adigsa. A mí me han quitado el piso y eso que lo estaba pagando», se queja indignado José Doya, que critica las ventajas que tienen los inmigrantes en el barrio: «Tienen las tiendas, los trabajos… se están apoderando de todo». Él, junto a varias personas que conversan en una plaza, constata la buena convivencia, a pesar de este recelo que parece crecer cada vez más en el barrio.Otra cuestión tiene que ver con los problemas detectados en el barrio: delincuencia y drogas siguen apareciendo como los inconvenientes más comunes.
Este aumento en el rechazo de la población inmigrante está constatado por el informe Evolución del racismo y la xenofobia en España, elaborado por el Observatorio de Racismo del Ministerio de Trabajo e Inmigración, que refleja el avance de la menor receptividad ante el foráneo y la consolidación de una imagen negativa que la asocia al deterioro de las condiciones laborales. Asimismo, se demanda una política migratoria restrictiva.

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